5.01.2015

Ese momento frustrante de ver por la ventanilla, al viajar, como todo se mueve, llevándote de nuevo al matadero, y no poder hacer nada al respecto, como un pobre cerdito que va a morir, resignándose.
La tristeza de saber que no tenes escapatoria. 
Que tenes que aguantar hasta encontrar la mínima posibilidad de huir. 
Tratar de conservar la calma para que todo sea mas leve. 
Respirar y seguir sobreviviendo. Por el simple hecho de no tener opción. 
Contar hasta diez, o hasta cien, o no dejar de contar nunca.

Hasta que llega ese momento en que contar por siempre no es suficiente.
Y no se puede evitar colapsar de todas las maneras posibles.
Cuando llorar solo alivia unos escasos minutos sin sentido alguno.
Cuando un portazo no cierra la puerta.
Cuando un grito no gana la pelea.






Aun más frustrante es volver a escribir después de tanto tiempo, de esta mediocre manera...